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UN POLÍGONO AZUL

Si uno mira los mapas de planeamiento urbanístico oficiales de Doha, la capital de Qatar, encontrará al sur-este de la ciudad un cuadrado azul oficialmente denominado «Area Industrial de Doha», apenas conectado al resto de la ciudad con escasas líneas de transporte público que durante 10 años desde que Qatar fue elegido por la FIFA para celebrar el Mundial de Fútbol de 2022 han transportado a miles de trabajadores migrantes día sí y día también desde sus precarias y cuasi deplorables viviendas en el Área Industrial hasta los Estadios y Dependencias del Mundial en construcción. En este pequeño cuadrado azul, ocultos entre negocios y comercios propiedad de ciudadanos qataríes pero operados por mano de obra migrante, se encuentran edificios de apartamentos, más bien barracones, como ALGAITH CAMP B7, G4S Accommodation Ind-23 B-04 o RSS Apartment B34, todos ellos propiedad de las mismas empresas encargadas de la construcción del Mundial, y es que el Área Industrial de Doha es un campo de trabajo forzado del Siglo XXI.

Esclavitud petro-patrocinada, el Sistema Kafala:

Antes de seguir con el Mundial de Qatar, tal vez convendría entender de donde llegaron a la península arábiga todos esos trabajadores. Años 70, tras la crisis del petróleo, el golfo pérsico pasa por una explosión económica sin igual, un crecimiento desmedido potenciado por la venta de petróleo y gas natural al extranjero; si la marina de EE. UU es la piedra angular del comercio global, el petróleo del golfo es la piedra angular de la marina. En esta situación, los emires de Arabia se ven ante la respuesta que necesitaban desde la Primera Guerra Mundial. ¿Cómo unir y mantener feliz a una población por naturaleza nómada e independiente para construir estados fuertes? Trabajo extranjero, los ciudadanos de estos países gozan de enormes privilegios y garantías de salud, educación, empleo y finanzas a costa del sudor y la sangre de miles de migrantes.

En apenas unos años, los países del Golfo se llenaron de miles de trabajadores provenientes de Kenia, Pakistán, India, Nepal, Bangladesh o Filipinas atraídos por la promesa de trabajo abundante de poca cualificación necesaria, trabajo con el que mantener a sus familias en sus países de origen. Sin embargo, nada más llegar, el Sistema Kafala para trabajadores migrantes abre sus fauces para atraparlos en Qatar.

Iniciemos diciendo que para empezar a trabajar siquiera, el trabajador debe abonar una cuota de admisión de hasta $2750, y es que «Kafala» significa en árabe «adopción/apadrinamiento». Al contrario de lo que pueda parecer, ante la Ley estas personas no son empleados sino menores bajo la custodia de la empresa contratante, de ahí la cuota de admisión, el pago a la entidad por «hacerse cargo de las necesidades del trabajador». Téngase en cuenta que al estar bajo la custodia de la empresa, su estancia en Qatar solo es legal mientras sean útiles a esta, que se ocupa del permiso de trabajo, el visado, etc., lo que significa también la confiscación del pasaporte al llegar al país. Cuando el trabajador deja de ser útil, es despedido, lo que implica que su presencia en Qatar se vuelve ilegal y es por lo tanto deportado. Esto, sin embargo, no explica que todos habiten aquel cuadrado azul al sur-este de Doha.

De acuerdo a la Ley de Qatar, ningún hombre soltero que no esté estudiando o trabajando para el Estado o en posesión de una empresa tiene prohibido residir en el centro de Doha, medida que realmente solo afecta a los trabajadores migrantes, dejándoles solamente los edificios del Área Industrial para vivir, y así, la población qatarí, la FIFA y los miles de aficionados del fútbol que tienen los ojos puestos en Qatar ahora, se evitan la visión de la realidad de construir un mundial en un país pequeño, sin infraestructuras adecuadas ni suficientes seguidores del deporte rey.

Baile de Billetes y Corrupción, Qatar y la FIFA:

Y es que el capricho qatarí de alojar el mundial tiene también que ver con el petróleo, en específico, con la falta de este. Qatar sabe que el líquido negro sobre el que han levantado su estado no es infinito, y que estarán perdidos cuando se acabe, por eso ya están buscando sustitutos, como el turismo, verdadero motivo de que quieran alojar el Mundial de fútbol, construir un sector de la hostelería con el que sustentar su país en el futuro.

2010, Mohammed Bin Hammam es el delegado de Qatar en la FIFA, una organización de por sí corrupta internamente, suya es la misión de llevar el Mundial de fútbol 2022 a Qatar. Su primer objetivo es Jack Warner, delegado de Trinidad y Tobago, que recibió personalmente hasta $1.600.000, los tres siguientes, Teixeira, Leoz y Grondona, los tres delegados de CONMEBOL, división sudamericana de la FIFA, procesados los tres por recibir sobornos por parte del delegado Bin Hammam con anterioridad al voto definitivo para decidir al anfitrión del mundial por parte del Departamento de Justicia de los EE.UU. Al CONMEBOL siguió la división africana, CAF, en específico, Amos Adamu, Issa Hayatou y Jacques Anouma, que, en una reunión patrocinada por Qatar, recibieron en sobornos cada uno $1.500.000 a cambio de su voto de acuerdo a Phaedra Almajid, traductora presente en el evento. Lo mismo pasó con Reynold Temarii, único delegado de la OFC, división de Oceanía de la FIFA.

El voto de Worawi Makudi, representante tailandés, se negoció en otro contexto, con un pacto energético entre ambos países, su voto a cambio de gas natural. Otros representantes son Marios Lefkaritis, que recibió ₤27.000.000, o Michel d’Hooge, que ganó un puesto en un prestigioso hospital qatarí para su hijo, pero tal vez el más importante de ellos sea Michel Platini, delegado francés cuyo voto influenció al resto de la UEFA.

Apenas una semana antes de la votación, se reúne con el primer ministro de Qatar, Hamad Bin Jassim y el actual Emir, Tamim Bin Hamad, así como con Nicolas Sarkozy, presidente de Francia. Por lo que se sabe, Platini recibió una orden directa de Sarkozy para votar por Qatar, probablemente a cambio de ayuda económica para salir de la entonces reciente crisis de 2008. Otra consecuencia de esta reunión fue la compra del Paris Saint-Germain por Qatar para sacarlo de la ruina económica. Casualmente se trata del equipo favorito de Sarkozy. Inmediatamente después del voto vemos un aumento en los tratos comerciales entre Francia y Qatar, como la compra de 50 aviones por Qatar Airways al gigante francés Airbus, una compra de más de $18.000.000.000. Así es como Qatar compró el mundial, hablando el idioma del dinero con otra organización experimentada en esa lengua.

Lucha sin cuartel, lucha sin destino:

Volvamos a aquel cuadrado azul, donde durante 10 años se alojó a los esclavos modernos que hicieron posible el Mundial. De acuerdo a ellos mismos, las condiciones eran horribles, durmiendo apelotonados, en un calor excesivo sin calefacción, sin salubridad ni salud, hasta el punto de que había que quitarse las botas para sacarles el sudor encharcado, hasta el punto de que varios miles murieron, ya sea por enfermedad, calor o cansancio, y es que la vida de esclavo era la única para ellos en Qatar. Muchas veces trataron de manifestarse y muchas veces fueron aplacados, sus líderes deportados y su necesidad de mejora silenciada con promesas vacías o insignificantes. Sin embargo, el curioso que acuda ahora al Área Industrial de Doha la encontrará desierta, con sus edificios desalojados y sus ocupantes repatriados al no ser útiles ya. Muchos vuelven en cajas de pino, triste recuerdo de un Mundial construido sobre petróleo, corrupción y billetes, pero sobre todo, la sangre de inocentes.

Antonio Chumacero Rodas, 1º BCH C

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