Reflexiones éticas para días de encierro
(con la excusa de un trabajo de Lengua Castellana y Literatura)
Antes de empezar con mis argumentos me gustaría disculparme por or exceder de manera flagrante el límite de 12 líneas, pero no quería dejar cosas en el tintero y el confinamiento me deja mucho tiempo libre, por lo que me extiendo más en mis reflexiones.
Libertad, una palabra sumamente importante en nuestro día a día. Es un derecho universal, que parece garantizado por nuestra sociedad moderna. A fin de cuentas (normalmente), podemos salir a la calle sin restricciones, expresar opiniones, hablar del tema que nos plazca o participar del gobierno de la nación sin trabas, derecho que, al menos al pueblo español, le ha costado siglos de lucha, sangre, sudor y lágrimas conseguir. Sin un análisis profundo de la situación es claro que somos libres, pero esto se debe sin duda a la idea superficial de libertad que tenemos. La libertad debe ser plena, cosa que aún no se ha conseguido.

La libertad económica no es aún plena. Los grandes magnates y economistas hablan de libre-comercio, buena economía, dinero como símbolo de poder y de libertad. Sin entenderlo demasiado puede parecer simple: trabajas, ganas dinero, eres libre de gastarlo como plazcas. Sin embargo, es en esta cadena donde reside el yugo del alienamiento económico. El trabajador moderno no es libre. Antes de continuar me gustaría apuntar que por trabajador, al menos en este apartado, me refiero al empleado de la industria, sea cual sea su oficio.
Respecto a docentes, doctores y otros oficios haré un análisis más adelante en este mismo texto.
Continúo. En la cadena de Trabajo-Ganancia-Gasto reside el yugo del trabajador. Hagamos primero la siguiente suposición: el trabajador es libre de gastar el dinero que gana como plazca. Más adelante desmontaré esta suposición, pero por el momento la mantendré intacta.
Bien, el trabajador es libre de gastar el dinero que gana, pero de algún lado debe salir ese dinero. Efectivamente, de su trabajo. El trabajador común trabaja para un empresario, el cual emplea las capacidades del trabajador para producir. Es en esa palabra donde reside mi siguiente análisis. En la naturaleza, y hasta cierto punto en la historia, lo que produce el humano es suyo. Es el fruto de su trabajo, ergo, es su pertenencia, la expresión más pura de un humano completo, capaz de suplir sus necesidades mediante su trabajo. Ahora, en una industria eso no es así. En una industria, el trabajador debe doblegar su trabajo al de un empresario, que a cambio de manejar las finanzas de su negocio, gana la mano de obra de decenas, cientos o miles de humanos. Bien podría parecer que en verdad es un sistema justo, pues el trabajador recibe a cambio de su trabajo una paga que gastar a placer, pero esto no es así, pues al doblegar su trabajo, doblega también su ser, no olvidemos que el hecho de poder resolver los problemas por nuestro propio trabajo es lo que nos hace humanos, más aún, en la naturaleza, al ser completamente libre para suplir sus necesidades, de acuerdo a las ideas de Nietzche el humano pasaría a ser übermench, pues no depende de nada más que de sí mismo para ser. Volvamos al trabajador, como he dicho, doblegar su trabajo es doblegar su ser, por lo tanto, también doblega su voluntad, pues para seguir siendo “libre” de gastar “su” dinero, debe ajustar su tiempo y su ser al trabajo que le permite ser “libre”. Un poco irónico, si se analiza bien, debes esclavizar tu ser para ser libre.
Volvamos ahora a la suposición de antes: El Trabajador es libre de gastar su dinero como plazca. Esto no es así, pues en cuanto lo gana debe emplearlo para comer, beber, pagar una vivienda, luz, agua, impuestos, etc. Por lo tanto, solo una pequeña porción del producto de su trabajo es verdaderamente libre, la cual, de todas maneras, acabará gastando en un negocio, lo cual esclaviza la voluntad y el tiempo de otros trabajadores.
Bien, profundicemos aún más en el tema. Hablemos ahora del Superávit, o por qué el tiempo se relaciona con el dinero.
Pondré un ejemplo:
Un minero trabaja 8 horas diarias extrayendo carbón. El kilo de carbón vale 12$. En esas 8 horas, el minero extrae 20 kilos, y al final del día le pagan 100$, con los cuales paga sus necesidades.
Procedamos ahora a efectuar los cálculos pertinentes.
Valor del trabajo del minero= 20 kilos · 12$ el kilo= 240 $ diarios.
Diferencia de ganancias= 240 $ de trabajo – 100 $ de paga= 140 $ los cuales van para el empresario.
Por estos cálculos, asumiendo que el minero trabaja a ritmo regular, véase, cada hora saca el mismo número de kilos de carbón, podemos intuir lo siguiente:
240 $ de trabajo : 8 horas de trabajo = 30 $ de trabajo por hora.
100 $ de paga : 30 $ de trabajo por hora = 3’4 horas de trabajo verdaderamente pagado. Lo cual significa que 4’6 horas de su tiempo, el minero trabaja gratis.
Mediante un modelo tradicional, la operación sería la siguiente:
100 $ de paga : 8 horas de trabajo = 12’5 $ por hora de trabajo, lo cual no se corresponde con el valor de su trabajo, hasta el punto de que ese valor no es ni siquiera tomado en cuenta.
Este ejemplo es ficticio, normalmente el superávit no es tan grande, un carnicero de supermercado, por ejemplo, en un mes productivo ve un superávit de, más o menos, el 33%.
Para terminar con mi análisis de la libertad, y como prometí, procedo a hablar de docentes, doctores, etc.
Estos trabajos llevan tradicionalmente una profunda carga romántica:
El apasionado docente que dedica su tiempo a educar al futuro de la humanidad o el doctor que pasa largas horas tratando de salvar la vida de un humano. Sin duda son labores positivas para la humanidad, sin embargo, en nuestra sociedad no son tratados como los/as héroes/heroínas que en verdad son, sino como un trabajo más, popularmente conocidos por ser una fuente más o menos estable de ganancias económicas. Ciertamente estos trabajos son bastante más libres que el trabajador del que ya he hablado, pero aún así siguen siendo herramientas de un sistema que no les da el suficiente reconocimiento. Debido a mi falta de experiencia tratando con estos oficios mucho me temo que no puedo hablar mucho más de los mismos, como sí he hecho con los trabajadores, debido a tener varios familiares que hayan trabajado en algún tipo de industria.
Sin nada más que decir, habiendo expuesto mis argumentos, dejo a la opinión del lector decidir si lo expuesto en este texto tiene sentido o si no son más que suposiciones.
Antonio Chumacero Rodas, 2º ESO A.
