
A: Buenas tardes a todas y a todos. Hoy tenemos con nosotros a un personaje que ha marcado un antes y un después en la historia no sólo de Sudáfrica, del mundo entero. Un hombre que ha pasado toda su vida luchando por combatir las injusticias que han azotado a su pueblo y por alcanzar la igualdad, sin hacer distinción al color ni a ningún otro motivo. Con todos ustedes, el señor Nelson Mandela.
B: Buenas tardes a todos, es un placer compartir mi tiempo con todos ustedes.
A: Señor Mandela, ¿podría usted contarnos alguna afición que tuviera en la infancia?
B: Afortunadamente, yo tuve la oportunidad de ir a un colegio, he de decir que para nada lujoso, y más tarde pude completar la secundaria en un instituto cuyo sistema era de educación occidental. En este lugar, me aficioné al deporte, así como a la jardinería, y pasaba tardes enteras dedicadas sólo y exclusivamente al cultivo de diversos tipos de plantas, observando así su crecimiento y otros aspectos de dichas.
A: Es realmente fascinante. ¿Qué puede contarnos de su vida universitaria?
B: Cuando inicié mis estudios de Derecho en la universidad de Witwatersrand, yo era el único estudiante de raza negra, y aunque sufrí discrimanación racial por parte de la mayoría de mis compañeros, pude entablar amistad con varios europeos de ideas liberales y comunistas, así como de judíos y de hindúes. Más tarde, y llegados a un acuerdo con una serie de personas con las que coincidía en mi ideología política, fundé la Liga Juvenil del Congreso Nacional Africano, con la que buscábamos la erradicación del colonialismo y el imperialismo, así como una ampliación de derechos a las personas de raza negra.
A: Años después de la fundación de dicha asociación, fue acusado y encarcelado durante varios años de forma muy injusta. ¿Podría quedarse con algún momento memorable en su angustiosa y fatídica estancia en la prisión?
B: Soy una persona fiel a mis principios, por lo que sufrí mucha violencia no sólo física, también psicológica. Realizábamos trabajos forzados y vivíamos aislados, pero aún así, por las noches conseguí acabar mis estudios en derecho.
A: Cuando usted salió de la cárcel, y tras luchar con su ideología de socialdemócrata en su país, tan golpeado por el colonialismo y por el imperialismo, consiguió ganarse el respeto y el apoyo de los ciudadanos de su pueblo. ¿Por qué decidió que quería dar a conocer su forma de pensar a todo un continente que durante tanto tiempo había sido víctima de la explotación de sus habitantes y cuyos cargos políticos estaban distribuidos entre personas que no compartían ni respetaban su ideología política?
B: Lo hice por una sencilla razón. Tuve la oportunidad de recibir una educación muy enriquecedora rodeado de personas que nunca me trataron como a un igual simplemente por mi color de piel. En este continente, los nativos tenían asumido el rol que tenían en dicha sociedad, y plantearse un gobierno que luchara por sus derechos era algo impensable. Pero esto tenía que cambiar. Mi país no podía permitirse que la historia siguiese así, sin cambio aparente. Alguien tenía que plantar cara a tantas injusticias. Y lo tuve muy claro desde que empecé mis estudios en la universidad, iba a hacer todo lo posible por cambiar esta situación y por demostrarle a mi pueblo que no importaba el color de piel, que ellos podían ser lo que se propusiesen, que no importaba si te gustaban las personas de tu mismo sexo y que ser mujer no consistía en ser vendida, dar hijos al mundo y formar una familia. Y todo esto lo he logrado gracias a todo el apoyo recibido, tanto de mi familia como de las personas que pensaban como yo, que había más de las que se daban a conocer por miedo.
A: Señor Mandela, se merece el aplauso del público. En sus palabras queda reflejado la gran persona que es, y personas de todo el mundo, no sólo de su país, le dan las gracias por su esfuerzo y la constancia que ha demostrado tener, sin rendirse a pesar de las adversidades. Por este motivo, además, ha recibido usted diversos reconocimientos y premios, entre ellos el Premio Nobel de la Paz. ¿Qué se siente al recibir un premio tan valioso e importante como este?
B: Este premio no es para mí, este premio es para todo el pueblo africano y para todos los años, más bien me atrevería a decir siglos, en que nuestros derechos, nuestra libertad y nuestra dignidad fueron despojados. Pero esto sólo es el principio, aún queda mucho camino por recorrer.
A: No me cabe la menor duda, señor Mandela, pero estoy seguro que se avecinan tiempos mejores para usted y para su pueblo. Dicho esto, ¿cuál sería su ideal de felicidad?
B: Sería el ideal de felicidad de cualquier persona. Me gustaría que el dinero no manejase el mundo, pero sobre todo que mi familia fuera feliz, pues estoy seguro de que mis hijos van a conseguir lo que se propongan y me encantaría que la sociedad cambiase, que la discriminación se erradicase, así como las enfermedades y así como la pobreza, sin mencionar el hambre o la falta de recursos, no sólo para mi familia y mis país, ahora hablo a nivel mundial.
A: Señor Mandela, usted es un hombre que ha aportado al mundo algunas frases célebres, que van a pasar a la historia y van a ser recordadas por muchísimo tiempo. Si tuviera que escoger una, ¿con cuál se quedaría y por qué?
B: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”. Es una frase nacida en lo más profundo de mi corazón y destinada a que se encuentre en el recuerdo de todas aquellas personas que la lean o la oigan. Quiero que la gente sea capaz de comparar su ideología y aprender de las demás, no siempre hay una correcta, hay que aprender a elegir la que más se asemeja a nuestros principios.
A: Muchísimas gracias por concederme esta entrevista señor Mandela, me siento un privilegiado y espero que se sienta realmente afortunado por todo lo que ha conseguido. Mi más sincera enhorabuena.
B: Ha sido todo un honor. Encantado de estar aquí compartiendo este maravilloso tiempo con todos ustedes.
MARÍA RAIGÓN BELLIDO- 4º ESO