Si te caes y te tuerces un tobillo, necesitas ir al médico. Entonces, ¿por qué no buscar ayuda profesional cuando mentalmente lo necesitamos? El diez de octubre se celebra el día mundial de la salud mental. Resulta imprescindible considerar la importancia de esta efeméride, ya que los trastornos mentales son enfermedades de apariencia »invisible» que, sin embargo, sufre un alto porcentaje de la población, entre un 20 -25%, y el 50% de ellas se manifiesta antes de los 14 años.
Toda la estigmatización que se cierne en torno a las enfermedades mentales no es más que un problema de desconocimiento respecto a ellas y que tristemente da lugar a un rechazo, aislamiento y malos tratos respecto a la persona que los sufre; pero también es necesario saber que existen tratamientos muy efectivos para estos casos y, sobre todo, profesionales cada vez más preparados para tratarlas. Luego, el primer paso será reconocerlo y buscar ayuda.

Los trastornos más frecuentes durante la adolescencia (y, por tanto, de los más trascendentes en el resto de la vida de la persona) son el trastorno antisocial de la personalidad, la anorexia y la bulimia.
Las personas que sufren trastorno antisocial de la personalidad presentan como característica central una desconfianza generalizada e injustificada hacia los demás, cuyas intenciones son interpretadas como maliciosas (se van a aprovechar, les van a hacer daño, les va a engañar..) y, por tanto, se van a dar actitudes de inhibición social, sentimientos de incompetencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa.
La anorexia es un trastorno que consiste en el rechazo al mantenimiento de peso normal (gran pérdida de peso en breve periodo). Existe una distorsión perceptiva de la imagen corporal. Se da principalmente en niñas y está muy asociada con los valores culturales sobre la belleza. Normalmente, hay una negación de la enfermedad y un sentimiento de culpa o desprecio por haber comido que, incluso, pueden derivar en síntomas depresivos y obsesivo-compulsivos.
En el extremo opuesto, encontramos la bulimia, que consiste en episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos que, tras producirse, van seguidos de la adopción de medidas extremas tanto para controlar el aumento de peso como provocar el vómito o el uso de laxantes. Se deriva en depresión, tristeza, sentimientos de culpabilidad y odio hacia la propia persona.
Actualmente, la bulimia podría ser más frecuente que la anorexia, pero que sean los más frecuentes no quiere decir que sean los únicos; es necesario señalar que en la adolescencia también se pueden dar casos de depresión (provocada por los trastornos anteriores u otros), que, en los casos más graves, puede llevar a la persona al suicidio. Cabe destacar también que el bullying puede llevar a niños a caer en cualquiera de estos trastornos o sumirse en una lucha interna en la que quizás el planteamiento entre vivir así o morir sea una opción. Por ello, ignorarlos no es una opción, se necesita mayor formación en estos temas y no mirar hacia otro lado cuando encontramos alguien que presenta los rasgos anteriormente mencionados; o, en caso de que te hayas sentido identificado/a con alguno de ellos o creas que necesitas ayuda, el primer paso será reconocerlo y buscarla, tanto si lo sufres como si conoces a alguien que pueda estar sufriéndolos, estará en tu mano saber que la solución más importante es, en primer lugar, poner a la persona en contacto con un profesional de la materia para que se le trate y, en segundo lugar, a pesar de no ser nosotros mismos especialistas, mostrar apoyo hacia la persona, no discriminarla ni hacerla sentir diferente; para ello está muy bien aplicar el »no hagas lo que no te gustaría que te hicieran». En último lugar, destacar la nueva función de ayuda para ello que presentan muchas redes sociales actuales como son Instragram o Twitter, en las cuales si buscas #depresión, #suicidio o equivalentes, antes de mostrar el contenido, salta una ventana en la cual se te da la opción de »Obtener ayuda» y, dentro de esta, se encuentra hablar con un voluntario o amigo en línea, ponerte en contacto directo con un profesional a través de un número de teléfono o una dirección de correo y, por último, enseñar formas alternativas y consejos para sentirse mejor.
En conclusión, no debemos discriminar, sino incluir y apoyar a las personas con trastornos mentales, tener en cuenta que son más frecuentes de lo que parece y fomentar el conocimiento de ello para promover la prevención o su tratamiento. Recuerda: las apariencias engañan y, quien a veces te da su mejor sonrisa, es quien más necesita ayuda.
Natalia Cubero Cano (Estudiante de 2º de Enfermería)