Celia era una niña de 8 años, amable y respetuosa con todo el mundo, pero no todo el mundo era respetuoso con ella. Celia tenía un poco de sobrepeso y cuando entró al instituto con 12 años, empezaron a acosarla y ella sacó el instinto impulsivo que tenía. ¿Harán algo sus padres? ¿Controlará ese instinto?
Según Freud, si se le hiciera una sesión de psicoanálisis, descubriríamos en Celia algún trauma de infancia que explicaría esta conducta. En cualquier caso, Celia empezó a autolesionarse en vez de pagar su ira con sus compañeros. Los padres de Celia se dieron cuenta de que tenía heridas en brazos y piernas, así que le preguntaron:
-Celia, ¿te pasa algo? Sabes que puedes contar con nosotros para todo, ¿no?
Celia tenía los ojos brillosos y les respondió:
-Desde que entré en el instituto, mis compañeros y amigos me acosan, pero da igual.
Al decirle eso, sus padres le preguntaron:
-Pero, ¿por qué te autolesionas hija?
Celia se quedó callada y se fue corriendo a su habitación. Al padecer esa situación, los padres se quedaron pensando y la madre de Celia le dijo al padre:
-¿Por qué no la llevamos a un psicoanalista?
El padre se le quedó mirando raro, pero le contestó:
-Vale, la llevaremos, pero antes vamos a hablar con ella.
Fueron a la habitación y lo consultaron con su hija. Esa misma tarde llamaron a la clínica para pedir una cita. A las dos semanas, fueron a la consulta y entró Celia. El psicoanalista empezó a hacerle preguntas, pero hubo una pregunta que le sorprendió, que fue:
-Celia, ¿te sientes bien con tu cuerpo?
A lo que Celia le contesto con un NO rotundo. Celia empezó a contarle por qué no se sentía bien con su cuerpo y el psicoanalista se dio cuenta del Thanatos que tenía (el impulso violento). Cuando acabó la consulta, el psicoanalista le dijo a los padres de Celia:
-Según Freud, hay tres elementos de la personalidad que son: ELLO, YO y SÚPER-YO. Su hija tiene el ELLO ( la parte inconsciente) con una mecha muy corta porque cada vez que se meten con ella, el Thanatos ( instinto impulsivo) no sabe cómo manejarlo y, en vez de pegarle a alguien, se autolesiona porque hay que soltarlo.
Sus padres se quedaron como estatuas y le preguntaron:
-¿Qué podemos hacer para evitar que se autolesione?
A lo que el psicoanalista les respondió:
-Apoyar a Celia con todo y hacerle ver que todos los cuerpos son bonitos, lo que importa es el interior. Con el paso de los años, Celia empezó a quererse y no le importó la opinión de los demás.

Marta Roldán Cuéllar (4º ESO B)

 
																		 
																		 
																		