
Selectividad, notas, deberes… Como estudiantes de segundo de Bachillerato, vivimos presos de las expectativas, de las obligaciones y, en muchos casos, de nuestros propios sueños: vivimos estresados, ¿pero qué causa exactamente ese estrés? ¿Es bueno sentirlo?
Tengo unos compañeros de clase fantásticos. Personas con las ideas claras, trabajadoras, que tienen sueños y expectativas, pero que viven, en muchos casos, tristes y deprimidas. Es duro verlos angustiados, con lo mucho que valen: “es lo que hay”, con el sistema actual.
Hemos creado un sistema monstruoso que ordena a las personas según lo que pueden o no pueden ser y que premia la mecanización y la memoria (cualidades también necesarias, pero poco ‘humanas’) sobre el trabajo o la ambición ‘sana’. Un sistema que no anima a trabajar, sino que deprime, en muchos casos, al trabajador. ¿Cómo puede verse el valor de una persona reflejado en un frío número? Nos obligan a anclarnos al pasado, sin disfrutar del presente y temiendo un futuro impuesto pero, al mismo tiempo, incierto.
No ha de existir un “filtro” que nos impida estudiar lo que queramos, ha de haber más información sobre los distintos grados existentes para que podamos elegir carrera según nuestros intereses y nuestra capacidad. Si una persona carece de la inteligencia o, sobre todo, de la actitud necesaria para llegar a obtener un título universitario, lo más probable es que abandone en su primer año de estudios así que, ¿por qué poner barreras?
El estrés en los estudiantes de Bachillerato es un producto de la presión que sentimos al ver nuestras posibilidades reducidas a una cifra que suele ignorar nuestro trabajo, dando relevancia a otros valores menos importantes. Cada persona, atendiendo a sus intereses y capacidad, debería poder elegir su futuro libremente.
José María Núñez Portero (antiguo alumno)