30 octubre, 2025
Avenida del Trabajo, 24, Montilla, Córdoba
Creaciones (L)

EL FUEGO DE LA MEMORIA

La pelota de celo

Cuando éramos pequeños, nos entreteníamos con una pelota de celo. Cuando estábamos en infantil, no teníamos pelota para jugar, y, un día, Carlos le dijo a su padre que quería tener una. Entonces, el padre de Carlos, le hizo en el trabajo una pelota de celo y papel de periódico. Cuando Carlos vio la pelota le encantó y estaba deseando que jugáramos con ella. Al día siguiente, se la trajo al colegio y al llegar la hora del recreo estuvimos jugando sin dejarla ni un segundo. Al cabo de un mes, la pelota se rompió, pero el padre de Carlos volvió a hacer otra igual.

El bote de agua

Cuando mi amiga Almudena y yo éramos pequeños, nos regalaron dos botes pulverizadores. Se nos vino la idea de llenarlos de agua y cuando íbamos al colegio le echábamos agua a todos los niños. Un día, en el recreo, Almudena y yo nos enfadamos y nos echamos el agua de los botes por encima. Nos regañaron y nos castigaron, pero todavía queda la parte de arriba de uno de ellos.

El pañuelo azul

 En mi calle, antes, los niños salíamos todas las tardes a jugar a un juego llamado “El pañuelito”. Consiste en dos equipos que tienen que distribuirse números dependiendo de las personas que haya en el grupo. El número que se diga tiene que coger el pañuelito y llevárselo a su equipo. Una tarde, cuando estábamos jugando, nos peleamos y el pañuelo terminó roto. Al día siguiente, nos acordamos de que ya no podíamos jugar porque no teníamos pañuelo. Entonces, David fue a su casa a por uno. Cuando dijeron el número tres, salieron dos amigos a por el pañuelito y se chocaron. Desde entonces no volvemos a jugar al “pañuelito”.

Trabajo realizado por:

Diego García Márquez

Francisco Bujalance Arroyo

Alejandro Fernández Carrasco

Carlos Gallardo García

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