31 octubre, 2025
Avenida del Trabajo, 24, Montilla, Córdoba
Creaciones (L)

EL DÍA QUE SALÍ DE LA CÁRCEL

El día que salí de la cárcel nada volvió a ser lo mismo que antes. Parecía otro día cualquiera, pues realizaba el mismo camino y hacia el mismo lugar; veía a una señora paseando a sus dos perros, al pescadero aparcar el camión cargado y a dos chicas que llevaban sus mochilas escolares. Pero en mí todo había cambiado tanto que al salir parecía desconocer mi barrio.

Llevaba toda una vida encerrado creyendo lo que me habían dicho. Cuanto más lo pienso, más decisiones que yo no he tomado encuentro. Con algunas me siento conforme, pero incluso esas, me hubiera tenido la oportunidad de decidir.

Desde hace años he estado construyendo a alguien que no soy yo. Construyendo un castillo de arena que nada más venía otra ola, era derrumbado. Intentaba creer que era eso que me habían dicho, lo intentaba con mucha fuerza, aunque siempre había algo que no cuadraba, pero continuaba sin encontrar cuál era la pieza que fallaba en el puzle.

Me siento en el escalón cuando recuerdo aquel papel que tendría que llevar firmado y observo más y más cambios. Aquella redacción en la que tuve que describirme y lo hice de forma tan superficial que me asusto de volver a asegurarme lo que aprendí ayer: no sabía quién era. Aún no lo sé, pero he encontrado aquello que fallaba en el puzle.

Echo la mochila sobre mis hombros con despreocupación porque después de ayer, veo cada cosa que para mí antes sería un gran problema como una gota de agua en un gran océano cristalino.

Es un proceso solitario y aterrador, pero no más que antes. Aquel lugar era pequeño, lleno de humedad y no entraba la luz del sol. Donde los segundos parecían horas y, a su vez, los años parecían segundos. El puzle seguía frente a mí con esa lámpara iluminándolo directamente y mostrando las piezas revueltas, las piezas sin sentido. Estaba metido en la cárcel de un castillo de arena, pero creía que era el de una fortaleza.

Cuando encontré lo que fallaba, fue como si ese castillo de arena aumentara su tamaño hasta ser como uno real y este se derrumbó sobre mí. Lo bueno es que la arena no puede acabar con alguien, así que, después de comprender que he pasado toda mi vida tratando de convencerme de que era otra persona, con cuidado, comencé a retirar esa arena.

Ahora, toca construir un castillo de verdad, ese de arena podrá servir para decidir qué quiero y qué no. Pero, este será grande y sólido, preparado contra viento y marea, pero siempre dispuesto a mejorar.

Siento que he vuelto a nacer, pero lo pienso y siempre he sido así, lo que pasa que no siempre fui capaz de verlo y aceptarlo. Estoy deseando saber quién soy. Qué alegría ver la luz del sol difuminándose junto a las nubes. Ha habido tantas cosas de las que no he podido disfrutar, que no puedo esperar para descubrirlas ahora. Menos mal que pude salir de la cárcel.

Elena Ocaña (4º ESO)

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