La educación integral debe abarcar todas las dimensiones del individuo, implicando el desarrollo cognitivo y complementándose con el emocional. Hace unos años el desarrollo emocional a nivel de currículum escolar no poseía un papel de gran importancia debido a la complejidad que evidencia sus problemas asociados, como el aumento de las tasas de suicidio, la depresión u otros problemas de salud mental que abarca este ámbito. Diversos estudios defienden la envergadura de este desarrollo emocional haciendo hincapié en la educación emocional como lección básica a impartir en cualquier ámbito profesional especialmente en el educativo. (García, s. f.) Bisquerra define la educación emocional como “un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para ello, se propone el progreso de conocimientos y habilidades sobre las emociones con el objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se planten en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social”.(García, s. f.) La educación emocional, como su propio nombre indica y justificándolo desde el marco teórico de la inteligencia emocional, se puede “educar”. Se conoce desde la inteligencia emocional, que hay algunos rasgos que son genéticos, al igual que las habilidades de la inteligencia emocional pueden ser aprendidas a través de la experiencia y por lo tanto se pueden modificar, se pueden enseñar a conocer nuestras emociones ante una determinada situación y cómo actuar ante estas emociones.

Llegado a este punto, debemos plantearnos la siguiente cuestión: ¿qué ocurre cuando siento una emoción y la respuesta o la actuación a esta emoción no es correcta? Aquí cobra especial importancia la regulación emocional, ya sea aprender a controlar nuestras emociones, como modificar nuestra reacción o nuestra conducta ante una emoción cuando no es adecuada.
La regulación emocional se define según Ribero-Marulanda y Vargas Gutiérrez como: “la destreza de las personas y el proceso deliberado que requiere esfuerzo para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos de manera adecuada y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás de manera voluntaria” (Gaggino, s. f.). En un contexto más coloquial, entendemos regulación emocional o inteligencia emocional, (sinónimos en el ámbito cognitivo-conductual) como la capacidad para manejar las emociones de manera apropiada.
Para realizar esta intervención, existen tanto estrategias de afrontamiento como estrategias para la regulación de la impulsividad (ira, violencia, comportamientos de riesgo), tolerancia a la frustración para prevenir estados emocionales negativos (estrés, ansiedad, ira), mantener el logro de los objetivos a pesar de las dificultades, etc. (Limonero, Tomás-Sábado, Fernández-Castro, Gómez-Romero, & Ardilla-Herrero, s. f.) .
Las emociones son un ámbito complejo e imprescindible que forman parte de la vida de todo ser humano. Si no aprendemos a modular nuestras emociones o nuestras respuestas a las emociones que sentimos podremos desarrollar problemas en actividades de nuestra vida diaria. Desde el ámbito de la terapia ocupacional, es importante trabajar sobre las emociones con la ayuda de un equipo multidisciplinar, puesto que cursan un prestigioso papel en las actividades de la vida diaria de todo ser humano. Pongamos un ejemplo al respecto: si una persona (adolescente en este contexto) siente ira ante una situación conflictiva que se crea en el recreo y su respuesta es impulsiva pudiendo dañar a otro compañero, hace que su participación social y el juego estén afectados pudiéndose crear esta tesitura en ámbitos exteriores al ámbito académico.

En conclusión, sin una buena educación emocional no somos capaces de captar lo que está sintiendo nuestro organismo ante cualquier estímulo externo o incluso interno. Seguidamente, poseemos unas habilidades que pueden ser aprendidas y moduladas con ayuda de un profesional, para buscar una respuesta adecuada y adaptativa a la emoción que está desencadenando nuestro sistema, para poder desarrollar una buena autonomía en cuanto a las actividades que componen nuestra vida diaria.
Antigua Alumna del IES Emilio Canalejo Olmeda
María Arroyo Gil
Bibliografía Gaggino, M. (s. f.). Regulación emocional. Recuperado 14 de noviembre de 2019, de http://www.cienciapsicologica.org/pubs/notas/clinica/item/104-regulacionemocional García, M. V. (s. f.). LA EDUCACIÓN EMOCIONAL: CONCEPTOS FUNDAMENTALES. 22. Limonero, J. T., Tomás-Sábado, J., Fernández-Castro, J., Gómez-Romero, M. J., & Ardilla-Herrero, A. (s. f.). ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO RESILIENTES Y REGULACIÓN EMOCIONAL: PREDICTORES DE SATISFACCIÓN CON LA VIDA. 15.
