Este fin de semana lo he pasado con mi familia en la Costa del Sol. Mientras dábamos un paseo he podido observar varias cosas. He podido darme cuenta de que el ser humano se esfuerza mucho en cuidar la fachada que los demás ven. Cuando pasé por la playa, todas las casas tenían una fachada muy decorada y llamativa, pero cuando pasé por la parte de atrás de dichas casas, estaban descuidadas y hacía mucho que no se pintaban. Otra cosa que he observado es cómo nuestro cerebro intenta simplificar lo que vemos. Desde lejos, la arena se ve como un material homogéneo de un color marrón grisáceo. Pero si lo miras desde cerca, la arena tiene poca uniformidad. Está formado por millones de piedrecitas minúsculas de colores tan dispares como blanco, negro o naranja. Dicho todo esto, lo que más me ha impresionado es el paisaje que se ve en el horizonte cuando el inmenso y tranquilo mar de color cobalto se funde con el despejado cielo celeste en el lejano horizonte. Todo esto complementado con un brillante sol que ilumina la superficie de las aguas.
Pablo Polonio Sánchez (1º Bach A)


 
																		 
																		 
																		