7 de Agosto de 1916
Frente Occidental, Verdún
Querido padre:
Llevo aquí mucho tiempo, no sé cuánto, no quiero contar los días que pasan, pero me parecen una eternidad. Nos bombardean todo el tiempo, los campos de concentración arden con motivo de las bombas. Así pues, lo que hace insufrible la vida en la trinchera es la nieve, la lluvia, el frío, la humedad, la falta de higiene y de alimentos adecuados, la presencia insoportable de enormes ratas que devoran el pan de todos y piojos que no te dejan descansar con sus constantes picaduras. Me han disparado y no me queda mucho tiempo. Ha llegado el final de mi camino, hazme recordar por todo lo que he sufrido. Estoy cansado de esta guerra, padre, y no puedo ver a más personas muriendo sobre mis hombros. Pienso que, la guerra es una destrucción del espíritu humano. Ningún hombre puede ser tan malvado como para desear la guerra y no la paz. Mi último deseo sería que publicaras esta carta de forma anónima en el periódico local, para que la gente sienta el sufrimiento de los soldados en esta guerra sangrienta. Día tras día, los jóvenes mueren en tierra de nadie. En resumen, mientras el enemigo busca sobrevivir, nos ordenan a que avancemos, observando cómo las balas pasan volando sobre nuestras cabezas. En realidad, es un milagro que todavía esté vivo para escribir esto, porque esta guerra se sustenta en mentiras y traiciones; espero que termine pronto. Ahora bien, me tengo que ir, estamos luchando en una nueva batalla junto a los franceses. No digas nada de esto a mamá, no dejes que ella sufra.

Te quiero padre.
Charles.
Ana María Mesa Cañero- 1º Bachillerato

 
																		 
																		 
																		