Antes de que amanezca, nuestra conserje, Antoñi, abre las puertas del centro y lo prepara todo para un nuevo día de clase. Abiertas las puertas y encendidas las luces, alumnos y profesores van llenando el instituto, que en muy poco tiempo rebosa vida en sus pasillos y sus aulas y bulle con las conversaciones de unos y otros hasta que a las 8:30 suena el timbre.


Hemos querido conocer un poco más la labor de algunos de los compañeros que día a día realizan su trabajo en el IES Emilio Canalejo. Seguro que en alguna ocasión nuestros lectores se han preguntado qué actividades se desarrollan en algunas de sus instalaciones como la biblioteca o las aulas de arte, qué posibilidades ofrecen determinados espacios como el Aula Ateca o el laboratorio o cuáles son las funciones de algunos de los trabajadores del centro. En este y sucesivos reportajes trataremos de dar respuesta a estas preguntas.



Comenzamos con nuestras conserjes, a quienes todos conocéis como Antoñi, Ramona, Asun e Isabel. Cuando le preguntamos a Antoñi cómo es su día a día nos explica que su jornada comienza con la apertura de puertas a las 8:00 y termina con el cierre de las mismas (ellas se quedan hasta que el autobús viene y se van todos los alumnos), pero que, entre un acto y el otro, realizan un sinfín de tareas: “responder al teléfono; ayudar en lo que necesiten los profesores; asistir a los alumnos que se encuentren mal; realizar fotocopias; atender a los padres y alumnos…”
Ramona cuenta cómo hoy mismo ha llegado un alumno con fiebre. Ellas se encargan de acogerlo y gestionar el aviso a los tutores y la recogida. En otros casos deben preocuparse de los niños que deben cambiarse de ropa o que, incluso, como presenciamos todos los que a menudo pasamos por la Conserjería, necesitan una infusión para relajarse o unas galletas para subir la tensión. Nos comentan que siempre intentan «hacer que los alumnos y los padres y madres que se acercan hasta aquí se sientan cómodos”. Tratan a los chicos y chicas de una forma muy maternal. Y no en todos los centros se dispensa ese trato tan cercano y amable. Les preguntamos cuál es la razón de ese mimo y consideración con la que nos cuidan a todos: “Las formas de trabajo se heredan” explica Ramona.

Y, efectivamente, algunas de sus labores exceden las que son propias de su puesto. Ellas afirman que no se plantean si son funciones que estén en su convenio: “Lo importante es que los alumnos estén bien y todo funcione. Aunque una pueda equivocarse alguna vez. También tenemos unos buenos compañeros y jefes. Hay compañerismo en general, aunque siempre hay quien tiene otra forma de relacionarse. Nos miran como iguales. Nuestros trabajos se complementan y todos son importantes”, afirma Antoñi. Ramona asiente.
Lo que más les gusta es ayudar a quienes las necesitan, el trato con los compañeros, la reunión de las cuatro, la risa diaria y “claro, también cuando se nos reconoce nuestro trabajo”. Y afirman que no hay nada que no les guste: “Hasta a lo malo se le saca algo bueno. Se agradece todos los días venir a trabajar”.
Nos interesamos también por el trabajo de Rocío. Ella es la limpiadora que de 11:00 a de 15:00 nos acompaña. Es de Aguilar y nos explica que se ocupa de la limpieza como refuerzo para la desinfección de las zonas comunes. El instituto es grande y hay bastante trabajo que hacer. Es cierto que siempre la vemos activa. Le preguntamos por los alumnos, si son o no respetuosos. Ella dice que educados sí, pero, como adolescentes, muchos son descuidados en el uso de las instalaciones. Está contenta con su trabajo, sobre todo porque le permite conciliar con el cuidado de sus dos hijos, pues el horario se ajusta al calendario escolar.

Seguimos nuestra visita en Secretaría. Lola, la administrativa del centro, nos atiende en su despacho y, mientras sigue trabajando, responde a nuestras preguntas. Las tres mesas están repletas de documentos apilados en montones que, a primera vista, parecen en desorden pero que, de seguro, guardan una perfecta organización que solo ella conoce. Es, como otros compañeros que trabajan en el Emilio Canalejo, el ejemplo vivo de que se pueden realizar varias tareas a un mismo tiempo y hacerlo bien.
Lola no deja de sonreír mientras explica cuáles son sus funciones. De todas las gestiones y actividades que realiza la que más le agrada, dice, es atender al público. Sin embargo, a veces se desespera, pues no todo el mundo domina el uso de las nuevas tecnologías e incluso los más jóvenes, los llamados “nativos digitales”, dicen en ocasiones que no hacen sus gestiones on line porque no saben cómo (Lola sospecha que no siempre dicen la verdad).

En realidad, no hay nada que no le guste de su trabajo. “Gente joven, risas, alegría”. El suyo, explica, “es un sitio muy agradable para trabajar”. Además, tiene un buen horario, lo que, como comentaba también Rocío, le permite conciliar con su vida familiar. Sí es verdad que tiene más carga desde que está sola. Mari Carmen, a quien muchos aún recordamos aquí con cariño, estuvo trabajando con ella durante seis años y fue una fantástica compañera.
A la pregunta de si es un trabajo de mucha responsabilidad, explica que lo más delicado es dar una información adecuada para que quien la demanda pueda aprovechar una oportunidad, por ejemplo, para entrar en un ciclo que le interese, que lo haga en el plazo adecuado y no pierda la plaza.
En la oficina casi hay que coger número para que puedan atendernos diez minutos. Paqui Alcaide, jefa de estudios, desarrolla su labor “en el despacho más visitado del centro”. Las funciones de la jefatura son múltiples: la gestión del personal -asignación de grupos, horarios, bajas-, organización de las aulas, gestión de los alumnos -matriculaciones, seguimiento académico, convivencia, contacto con las familias para informarlas y asesorarlas, coordinación con Primaria, tránsito a Secundaria y realización de actividades conjuntas para recibir y atender a las familias de nuevos alumnos…-.

Nos cuenta que le gusta el contacto con la gente y que su trabajo conlleva un conocimiento más profundo del alumnado, de sus circunstancias académicas y personales: “Aunque algunas de las situaciones que se tienen que abordar son complicadas, resulta gratificante ver que consigues logros y que se producen mejoras tanto en los alumnos como en el funcionamiento del centro”. Este es su objetivo, explica, “intentar que todo mejore un poquito”.
A la pregunta de qué es lo que menos le agrada de su trabajo, contesta que la carga burocrática y organizativa que supone el comienzo y el cierre del curso escolar y la adaptación a los continuos cambios normativos, que implican modificaciones de un año para otro con el desconcierto que eso crea en toda la comunidad educativa. Su labor es, como podemos suponer, de una gran responsabilidad, “para que los profesores sientan que se reconoce su trabajo, los alumnos obtengan los resultados que esperan y las familias estén satisfechas”, puntualiza. De todos los que formamos este equipo es conocida la competencia y el sentido de la responsabilidad de Paqui, para quien la palabra procrastinar, tan de moda hoy, no entra en su vocabulario.

Recuerda con una sonrisa como en su destino anterior un compañero la avisó de que le habían concedido el traslado a Montilla. Entonces estaba muy a gusto allí y no le apetecía nada en aquel momento cambiar. Quién le iba a decir que ahora estaría en la dirección del Emilio Canalejo, uno de los grandes centros de su pueblo.
Muy gratas, afirma, son siempre las visitas de los antiguos alumnos, que tienen buenos recuerdos del centro y se acercan a saludar: “Ves crecer a los alumnos, que se paran contigo y te cuentan cómo les va. En el colegio de mis hijos, por ejemplo, una antigua alumna está de prácticas. Al estar en tu pueblo, estos encuentros son muy gratificantes”.
Ana Ruiz, jefa de estudios adjunta y profesora de FOL en ciclos formativos nos atiende para completar la información sobre la vida diaria en la jefatura. Ella se ocupa de la “gestión de las ausencias de la plantilla docente, el apoyo a jefatura de estudios de formación profesional, la coordinación del programa Erasmus y la coordinación de sistema de gestión de calidad”. Le gusta recibir a los compañeros nuevos y despedirlos cuando se van, comprobar “que han estado a gusto e integrados”. Esta inclinación de Ana a ayudar a los demás es bien conocida y su talante risueño y afectuoso facilitan siempre cualquier gestión.

En este equipo formado en su mayoría por mujeres, nos falta preguntar a Azahara Córdoba, coordinadora TIC y jefa de estudios adjunta. Bromea diciendo que quizá, lo que más tiempo le ocupa sea solucionar el problema que supone el olvido de las contraseñas. Como coordinadora, a ello hay que añadir la gestión de los ordenadores -entrega y control de uso-, la supervisión de los grupos de Classroom y las urgencias del tipo “no me va el proyector”, las averías de los ordenadores… Recibe con Ana a los compañeros nuevos, mete sus datos en Séneca, les da de alta en las distintas plataformas, crea las cuentas, etc. Como jefes de estudios, Antonio Ordóñez, Ana y ella colaboran en la gestión de centro.

Coincide con sus compañeras en que es muy satisfactorio ser capaz de ayudar a los demás: “que algo que para ti es sencillo sea una ayuda. Un compañero me comentó que la gente, cuando me ve, se tranquiliza. Que les gusta mi talante. Y eso es muy gratificante”, concluye.
Lo dejamos aquí y os emplazamos a la siguiente publicación en la que seguiremos conociendo un poquito más de la vida en el instituto.
Reportaje realizado por Jesús Rivas -Matilde Toledano

 
					
									 
																		 
																		 
																		 
																		 
																		