30 octubre, 2025
Avenida del Trabajo, 24, Montilla, Córdoba
Arte

EL LINÓLEO Y LAS EMOCIONES

La verdad es que no es fácil, nada fácil. El empezar es duro, hasta que entiendes un poco el proceso y te activas. Comprender qué son las zonas de claros y dónde quedarán los oscuros o las tintas planas.

La técnica del linóleo tiene mucho en común con este curso escolar que está transcurriendo. El propio material, la plancha de linóleo, opone su resistencia, como nosotros mismos cuando a principio de curso llenos de dudas y miedos teníamos que arrancar. No fue fácil.

Miryam Diéguez

Pero las gubias y sus picos empiezan a abrirse camino sobre el material, tanteamos la fuerza y medimos la profundidad con la que atacarlo.

De igual manera cada uno de nosotros fuimos dando forma a nuestros días y nuestras clases, también al contacto contenido con nuestros compañeros.

La técnica del linóleo es un juego de equilibrio y emociones. Como un segundo de bachillerato, nos prueba la resistencia tanto como la paciencia. Es un ejercicio tan mental como artesanal y físico. Que requiere destreza y mimo para conseguir sacar, la mejor cara del material.

En el proceso de preparación vamos rascando, arrancando y restando, virutas de la plancha. Sacamos el dibujo con cuidado para conseguir zonas de distintas texturas y calidades. Cada una de ellas pasará a ser un espacio con mayor o menor capacidad para albergar la tinta.

En paralelo al arte de rascar, correr el imaginar cómo va a resultar la estampa. Y en un ejercicio de claro optimismo, muy propio del ser humano, creemos que va quedar genial.

La llegada de las tintas a la mesa de estampado, siempre son un momento de alegría. Es como nuestro recreo diario, donde tomamos un poco de aire para seguir con energía.

Decidir el color con el que estampar o probar algún contraste por zonas es adentrarnos en una “micro – aventura” solo apta para valientes. Por otra parte, observar el trabajo de los compañeros, en este momento, es un aliciente. Porque te ilumina sobre las variables y las posibilidades de tu propio trabajo.

Tienes que estar atento. El rodillo está en funcionamiento y nos mira lleno de tinta. Papel inmaculado preparado y plantilla con los márgenes en su sitio. Vamos deprisa, el nervio nos acelera, ya estamos en la fase final. Ajustamos plancha sobre plantilla y sobre esta, nuestro papel. Atrapamos el conjunto con energía, ya es nuestro.

Ana Moreno y Santi López

La fase más técnica viene ahora. Ejercer presión en forma circular y continua, con nuestra cuchara de latón, hasta que la tinta que habita la plancha de linóleo se mude al papel. El proceso está tocando a su fin, cuando notas cierto grado de calor que despide la cuchara sobre tus dedos, pura física. (Aclarar que el aula de plástica posee un magnífico tórculo, que hace las labores de estampación mucho más fáciles. Pero donde se ponga una cuchara y la fuerza de una persona de 17 y 18 años…)

El momento de levantar la estampa es mágico. El resultado es gratificante. Ha costado pero lo hemos conseguido. Ya tenemos una magnífica estampa de linóleo en nuestras manos.

El alumnado de 2º de Bachillerato de Artes, estuvo conociendo y experimentando la técnica del linóleo a lo largo del segundo trimestre. Los resultados fueron estupendos y el ambiente de trabajo entre ellos absolutamente colaborativo y constructivo.

Contamos además con una entrañable visita. Sus compañeros de ciencias empujados por la curiosidad y por el profesor de filosofía, Jesús Rivas, se adentraron en el maravilloso mundo de la estampa de linóleo. Los alumnos de artes explicaron con todo lujo de detalles el proceso y una gran mayoría se animó a coger el rodillo y realizar una estampación.

Creo que una visita al Centro Pompidou de Málaga, no hubiera resultado tan didáctica ni instructiva y mucho menos tan divertida como fue aquella hora de trabajo y experimentación entre artistas y científicos. El campo de las emociones es un territorio común.       

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Inmaculada Bonilla Herrera.

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