31 octubre, 2025
Avenida del Trabajo, 24, Montilla, Córdoba
Creaciones (L)

ESTABLOS VACÍOS

Había caballos por todas partes.

Vislumbró entre ellos, aún sentada sobre el frío suelo de la acera, que entre animal y animal, cuatro ruedas con sus respectivos cubículos brillaban por el sol de primavera.

Retiró la espalda de la pared en la que estaba apoyada para divisar mejor el espectáculo improvisado en la calle y, al darse cuenta de que el número de carros aumentaba a medida que deslizaba los ojos por la avenida, se levantó.

El primer carro en el que posó la mirada estaba compuesto por los elementos básicos: dos caballos, uno blanco y otro negro, y un conductor.

El corcel azabache detuvo la marcha para mirar un mercado de coloridos puestos en los que la comida rebosaba y la bebida parecía ser más refrescante.

El níveo se mantenía firme a pesar de que su compañero estuviera empecinado en marcharse a probar uno de los frutos del mostrador.

El conductor era una figura figura de rasgos indescifrables bajo cuya capa desaparecían los rayos de sol a la vez que penetraban en ella. Al conductor le daban igual los caballos, ni siquiera eran suyos: cruzó los brazos, se recostó en el asiento y se limitó a meditar.

Ella lo sabía todo, pero no entendía por qué el comportamiento del resto de carros se modificaba si tenían los mismos componentes.

Mientras andaba, comprobó que, efectivamente, unas veces los caballos negros se salían con la suya y hacían carreras con otros del mismo color, o arrasaban con todo lo que pasara por su lado. Otras, los blancos tiraban del carruaje solos, sin más ayuda que su propia fuerza. Y en otras, el carro permanecía quieto para que el conductor pudiera reflexionar.

Continuó andando hasta desembocar en el final de la calle, donde, al pasar a la siguiente, olvidó todo.

Marta Laó (4º ESO)

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