Frente occidental, Charles W. Whittlese, a mi familia
Si estáis leyendo esto es porque he vivido lo suficiente para poder contarlo aunque no sé si llegare a sobrevivir quiero contaros como está siendo mi vida aquí por decirlo de alguna manera porque para mí está siendo un infierno.

Esto no es como nos decían, andamos de trinchera en trinchera para poder matar al enemigo, pero no es nada fácil, porque ver como matan a tu compañero y tener que convivir con el apestoso olor a cadáver putrefacto es inexplicable.
Lo que si tengo claro es que por mucho que luche e intente defenderme sé que en algún momento llegara mi fin, como el de mi gran amigo y compañero durante estos interminables días, Robert, yendo a dar la orden de parar la ofensiva siguiente al Coronel Mackenzie
Tan solo nos dieron linternas, mapas, granadas, algo de comer y pocas esperanzas de vida, entre ratas, cadáveres putrefactos, tiros, bombardeos y trincheras bunker mi compañero murió de una puñalada por un alemán en la vena cava, murió en mis bazos sin yo poder ayudarlo a sobrevivir, pero le prometí que iría hacia el coronel Mackenzie y pararía la ofensiva y salvaría la vida de su hermano que se encontraba en la línea de frente.
Nada más morir mi compañero llegaron unos soldados de nuestro mismo bando destinados en otra trinchera y que por varios ataques de los alemanes tuvieron que ir hacia otro sitio. Me puse en marcha con ellos y pude llegar a la cuidad, después de que el camión en el que íbamos un numero incontable de soldados estuviera a punto de romper y nosotros quedarnos en tierra, aunque dude sobre si llegaría al coronel Mackenzie puesto que nada más llegar a la cuidad nos estaban esperando los alemanes para volarnos los sesos y matarnos.

Tuve que esconderme debajo de un puente destruido por ellos mismos mientras que al otro lado de él había un franco tirador intentando fulminarme, casi muero en ese ataque porque su fusil apuntaba a mi pecho, cerca de mi corazón, temí por mi vida, pero yo luche por mi vida y por mis ganas de volver a casa, que esta es la tercera navidad que paso sin vosotros y con el miedo constante de no saber si tendré la oportunidad de volver y ver a mi familia, mi querida familia.
Al escapar de ese franco tirador llegue a una cuidad por llamarlo de alguna manera, estaba destruida, quemada, y para poder escapar de un alemán me escondí en una alcantarilla y tuve suerte de encontrarme una preciosa mujer con una hija que ni siquiera era suya, pero tuvo que cargar a su cuidado por la guerra, me enamore de ella, la pequeña Julieta, les di un poco de leche y continúe mi camino hacia el coronel, estuvieron a punto de fusilarme y para poder escapar tuve que lanzarme a un acantilado, sin saber si saldría vivo o no.
Cuando llegué a aguas calmadas oí unas leves voces cantando y para poder llegar a ellas tuve que atravesar una barrera de muertos con un olor espelúznate hasta que conseguí llegar a ellos, me uní a sus oraciones y sus suplicas de volver a casa.
Algo que parecía imposible madre, pero llegué hacia el coronel Mackenzie y pude darle la carta que me había dado mi superior para el con la orden de parar la ofensiva. No quería hacerme caso y todos a mi alrededor me miraban mal y pensaba que estaba loco o algo parecido, pero finalmente me cogió la carta y mando a parar la ofensiva que era una trampa tendida por los alemanes y si esa ofensiva seguía adelante morirían más de 2.000.000 de soldados, algo terrible.
Pero aquí estoy con mis compañeros en la trinchera, luchando contra el frio, el hambre, las numerosas enfermedades, asquerosas ratas que se pasan por encima nuestra y de nuestra comida, por llamarla de alguna manera, tan dura como la suela de un zapato y tan mala como nuestras condiciones de vida aquí, mis compañeros muertos haciendo de saco para cubrir la trinchera. Un sinfín de penumbras innombrables que poco a poco acaban con tus ganas de seguir aquí, aunque después de tres años viviendo en las mimas condiciones no queda otra opción que saber convivir con ello
Todas las noches rezo la oración que me enseñó mama y gracias a ella tengo esperanzas, pocas, pero tengo esperanzas de volver a casa y abrazar aquello que tanto quiero y que estas malditas guerras me han arrebatado, MI FAMILIA
No os preocupéis por mí, estoy bien, y por vosotros voy a luchar hasta poder volver a casa.
Feliz Navidad
Charles W. Whittlesey
26, agosto, 1917
Andrea Ruz Merino-1º Bachillerato-D

 
																		 
																		 
																		